En otra entrada te he hablado sobre la necesidad de hablar, de practicar, para dominar una lengua. Como te dije ahí, ¡me puse nerviosa la primera vez que hablé francés! Y es muy posible que sepas a lo que me refiero: sabes qué quieres decir, pero cuando abres la boca te pones nervioso, se te lían las palabras o, incluso, te da miedo de que se puedan reír de ti. Pero, ¿sabes? En esta entrada voy a compartir contigo unas reflexiones para que puedas perderle el miedo a hablar en otro idioma. Es más, es posible que estas reflexiones las puedas aplicar a otras facetas de tu vida.
More...
Voy a empezar por el mayor de los problemas con el que nos encontramos siempre que nos planteamos cualquier reto, no solo el de perderle el miedo a hablar en otro idioma: nosotros mismos.
Tú eres tu peor enemigo
Así, como lo lees. ¿Cuántas veces, cuando te has dispuesto a hacer algo, has dudado? ¿Cuántas has escuchado una vocecita en tu interior diciéndote "quizá no lo consigas", o "¿estás seguro de lo que haces?"? ¿En cuántas ocasiones te has desanimado a ti mismo, cuántas te has cortado las alas por miedo?
Estoy segura de que te ha pasado alguna vez. Nadie, y repito, nadie tiene una voluntad de acero. Es normal dudar de las propias capacidades, pero cuando la duda se convierte en miedo paralizador, es cuando surge el problema. Imaginas que estas con un grupo de amigos, entre los que se encuentra una persona del otro sexo cuya lengua nativa es, digamos, el alemán. Y tú, precisamente, estás aprendiendo alemán. Quieres entablar conversación (y no ya porque quieras ligar, sino por la oportunidad de practicar). Pero temes hacer el ridículo. No quieres quedar mal, y sabes que tu alemán cojea mucho. Al final, tras unos momentos de duda, optas por cerrar la boca. Lo cierto es que no habrías hecho el ridículo. Habrías actuado con valentía, y esa es una actitud envidiable.
Reflexión nº 1: para perderle el miedo a hablar en otro idioma, has de aprender a distinguir entre "no puedo hacerlo" y "temo intentarlo".
Para perderle el miedo a hablar en otro idioma, has de mantener una actitud positiva
No le hagas caso a la duda que anida en tu interior. Esto tampoco quiere decir que tengas que ir sobrado por la vida: lo único que tienes que tener claro es que "no puedo hacerlo" significa que te falta el conocimiento. Yo, por ejemplo, no puedo hablar chino. Mientras que "temo intentarlo" significa que tienes cierto conocimiento, quizá mucho, quizá poco, y que, de verdad, podrías intentarlo.
Esto implica cierto grado de autorreflexión. Date cuenta de que, en ocasiones, tendemos a racionalizar nuestros miedos. Es decir, a buscarles una justificación, incluso ante nosotros mismos, para así no aceptar que tenemos miedo. Siguiendo con el ejemplo anterior, si estás estudiando alemán, tienes ese cierto conocimiento al que me refiero. Pregúntate qué pasaría si dijeras algo mal. ¿Temes que te corrijan? Te voy a decir algo en ese caso: que te corrijan es lo mejor que te puede pasar, porque así no volverás a cometer ese error. Créeme, es difícil encontrar a nativos, de cualquier lengua, que te corrijan. Muchos de ellos no lo hacen, con la idea de que van a herir tus sentimientos. Así, te privan de una oportunidad de aprender y tú sigues repitiendo tu error.
La única manera de perderle el miedo a hablar es... ¡hablando!
No te voy a engañar. Ya sabes que en este blog te hablo sobre mis retos. Y un reto, como dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es un "objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta". No te voy a ayudar a encontrar un rodeo a perderle el miedo a hablar en un idioma extranjero, por dos razones:
Lo que sí puedo hacer es recordarte que, como ya te expliqué en entradas anteriores, has de adaptar el aprendizaje a tu carácter, a tu manera de aprender, y no al revés. Hay gente que es muy sociable, y que no tiene ninguna dificultad en hablar en público, o en cualquier idioma (aunque apenas conozcan un puñado de palabras en dicho idioma), y se convierten en el alma de la fiesta. Hay otro tipo de gente que, como yo, es más retraída y le cuesta (a veces, mucho) entablar conversación con desconocidos.
"No hablo porque no sé, y no sé porque no hablo"
No obstante, voy a decirte algo que he descubierto: ocurre muy a menudo que una faceta de nuestra personalidad que consideramos "nuestra" lo es porque nos hemos acostumbrado a comportarnos así. Esto no quiere decir que te vayas a convertir de la noche a la mañana en una persona habladora. Pero sí que, con esfuerzo y paciencia, que descubrirás que mantener una conversación en otro idioma con otra persona, ya sea en persona o por Skype, no se te da tan mal como pensabas.
Te repito lo que te he dicho más arriba: por favor, no te limites. No partas de la idea de que "no puedes". Porque sí que puedes.
Reflexión nº 2: ¿"No puedo hacer esto" es lo que soy, o es una pauta de comportamiento a la que me he habituado?
Préstale atención a tu entorno: ¿te ayudan a perderle el miedo a hablar en otro idioma?
Como ya te dije al inicio de esta entrada, puedes aplicar estas reflexiones a otras facetas de tu vida. El miedo y las inseguridades son, por desgracia, compañeros de aventuras y, aunque tú no quieras limitarte, es posible que, en tu entorno, haya quien decida que es mejor que no hagas tal o cual cosa "por tu bien" ("Mejor no te acerques a hablar con ese chico (o esa chica), porque llevas poco tiempo aprendiendo alemán").
Voy a terminar con una pequeña historia que leí hace tiempo en algún lugar:
Hace mucho tiempo, las ranitas de un riachuelo decidieron organizar una competición (sí, estaban un poco aburridas de dar saltos). Sería algo nunca visto, decían. La competición consistía en subir al árbol más alto de la orilla del río, llegar hasta la copa, y volver a bajar.
El árbol era altísimo; tan alto que las ranitas se quedaban bizcas solo de mirar hacia arriba. El día de la competición, diez ranitas valientes se colocaron junto al tronco y, a la señal, comenzaron a trepar.
En torno al árbol se había reunido una multitud de animales de todo el bosque. Desde el principio todos ellos animaron a las ranitas (bueno, todos no. Un janílope cornudo comenzó a graznar sin control. Pero ya sabes cómo son los janílopes cornudos). Alguna ranita tuvo miedo, y se bajó del árbol.
Ante los dudas bienintencionadas, las ranitas comenzaron a dudar de sí mismas
Llegó un momento en el que quedaron cinco ranitas. Estaban tan alto que los animales del bosque les empezaron a gritar "¡Bajad! ¡bajad de inmediato! ¡os vais a matar!" (hasta el janílope cornudo se tapó los ojos). Las ranitas, al oir estos gritos, miraban hacia abajo y, con las ancas temblorosas, continuaban su subida. Pero los nervios se dejaron notar y, a esta una patita de alante, a la otra una patita de atrás, todas, menos una, fueron resbalando y precipitándose al vacío.
Todas, menos una.
Una única ranita continuó trepando, a pesar de los gritos de preocupación de los animales del bosque. Llegó hasta la copa y, muy tranquila, bajó del árbol sin apenas resbalarse ni una sola vez.
Cuando llegó al suelo, los animales la observaban en silencio. Solo el janílope cornudo se atrevió a romper el silencio:
—¿Pero cómo has subido hasta tan alto sin matarte?
La ranita lo miró fijamente, pestañeó dos veces y le gritó:
—HABLA MÁS ALTO, QUE SOY SORDA.
Reflexión nº3: aprende a no escuchar las voces que te hagan sentir inseguro/a. Una inseguridad bienintencionada no deja de ser una inseguridad.
¿Qué te ha parecido este artículo? Me encantaría saber tu opinión 🙂
El conocimiento de otro idioma es una gran experiencia motivadora
¡Así es, Hernán!
Es interesante tu método, aunque se alguito no es suficiente, necesito más fluidez y más expresiones del slang.
¡Hola, Julio!
Si lo que necesitas es no solo más fluidez sino también slang, lo mejor sería que te fueras una temporada al país donde se hable el idioma que quieres aprender, que es donde mejor se puede aprender el idioma vivo, «de la calle».
¡Gracias por tu comentario!